jueves, 21 de octubre de 2010

La convertibilidad (1991) Presidencia de Carlos Saúl Menem



 



La Convertibilidad en Argentina fue implementada a partir de la Ley 23.928 sancionada y promulgada el 27 de marzo de 1991 por el Congreso de la Nación. De acuerdo a esta norma, como se expresa en su artículo 1º, se declara “la convertibilidad del austral con el dólar de los Estados Unidos de América, a una relación de diez mil australes por cada dólar, para la venta en las condiciones establecidas por la presente ley.”, fijándose así el tipo de cambio que luego transformaría en “un peso = un dólar”.

El Plan de Convertibilidad incorporó tres elementos cruciales en la organización y funcionamiento de la economía:
1. Una sólida disciplina fiscal. El gobierno no puede imprimir dinero para financiar sus gastos, debe hacerlo con recaudación de impuestos votados por el Parlamento y con el margen de endeudamiento que le autorice el mercado.
2. Ningún sector puede pretender mejorar su posición relativa exigiendo una devaluación (la mejora que antes se lograba era muy transitoria al ser anulada por la inflación y la subsiguiente revaluación de la moneda). La única manera de hacerlo es mejorando su productividad y competitividad.
3. La Convertibilidad es un arreglo monetario destinado a lograr un signo monetario que pueda competir con otras monedas. Esta competencia se da a través del mecanismo de Caja de Conversión. Si el público cree en la moneda nacional canjeará sus dólares “en esta caja” (el Banco Central), y con ello obtendrá pesos. Pero estos dólares que canjeó voluntariamente siguen siendo de su propiedad y puede rescatarlos, si es que posteriormente desconfía del peso. Por ello es que no pueden circular más pesos en la economía que aquellos que decida la gente (al cambio de 1x1).


Desempleo:

El modelo económico mostró sus desventajas al considerar el aumento de la tasa de desempleo que subió desde un 7% hasta niveles mayores del 14%, pasando por picos de más del 18%. Esto se muestra en los gráficos siguientes en cuanto al desempleo en el Gran Bs. As y las relaciones entre los índices de precios y la tasa de desempleo.
Por otra parte, no todos los sectores productivos tuvieron los mismos resultados. Aunque muchos rubros pudieron reconvertirse, otros, simplemente desaparecieron por no poder adaptarse a la competencia externa, lo que generó una baja pronunciada en la cantidad establecimientos industriales que, hasta el año 1994, se recoge en el cuadro siguiente.
Además, la Convertibilidad sin equilibrio fiscal, llevó a un creciente endeudamiento externo, a             una sostenida desconfianza con la consecuente suba del riego país, el peso de los intereses se hace insostenible y la cesación de pagos se vuelve una amenaza cierta, aumentando el costo financiero de las empresas. La evolución del aumento de la deuda externa y su porcentaje sobre el PBI, se destacan en los siguientes gráficos.


 Inflación:

En 1990 la Argentina llevaba ya dos largas décadas de lucha contra la suba de precios y no parecía en el horizonte haber una solución a un problema  que  todos los manuales de economía definían con una precisión quirúrgica y que, sin embargo,  escapaba a todo canon tradicional de resolución.     
 Por supuesto que las causas estructurales generadoras de inflación estaban todas dadas en la Argentina de fin de los 80: deuda externa impagable, déficit fiscal, superabundancia de empleados públicos, empresas de servicios públicos estatizadas que engrosaban mensualmente ese mismo déficit, un Banco Central emisor de moneda sin respaldo, inseguridad jurídica, economía cerrada, sistema político clientelar, partidos políticos raquíticos , muy baja calidad institucional, sindicatos con una enorme capacidad de chantaje sobre el sistema político, etc.
La capacidad de generación de la espiral inflacionaria parecía responder a causas más complejas. Y,  a pesar de que durante el primer año de gobierno de Carlos Menem se aborda la crisis con recetas relativamente ortodoxas, sin embargo se vuelve a naufragar y se resuelve entonces, ya con Domingo Caballo, echar mano al modelo de convertibilidad como una manera de reconstruir la confianza a partir de atar las paridades peso dólar, y así disipar los temores de una nueva devaluación (que hasta ese momento había sido la medicina recurrente a la que todos los ministros de economía habían echado mano).
Por lo tanto se transformó en una maravillosa solución pero con fecha de vencimiento, a menos que las pautas culturales argentinas realmente cambiaran y entonces no se temiera el rebrote inflacionario.   Es por eso que duró lo que duró el poder político que la sustentaba, acabado el cual se esfuma en el aire.  
Después de 10 años de vivir con estabilidad de precios algunos dirigentes comenzaron a hablar de la necesidad del cambio de modelo, esto significaba abandonar la convertibilidad pero también abandonar la política de libres mercados, libre juego de oferta y demanda, productividad, apertura, competencia, se abandonaba la idea de ser eficientes en todas las áreas posibles. Y se la sacrificaba a la de un dólar alto que garantizara trabajo para más argentinos sin pensar en las consecuencias en el orden de la ineficiencia productiva y tampoco sin pensar en que un régimen de dólar alto necesariamente y como contrapartida es de salarios bajos lo que finalmente se termina transformando en un remedio peor que la enfermedad, perjudicando más a quienes se dice proteger. Además, quebrado el modelo a partir de la maxi devaluación lo que quedó es una inflación encubierta reprimida, que un muy concentrado poder político ahora  impide emerger a  partir de un control de precios que durante un tiempo funcionó aunque con un efecto  desalentador de todas la áreas de la economía.




A)   Comparación de los planes economicos desde 1976 hasta el 2000

Con respecto al periodo en que Martínez de Hoz fue ministro de economía, una de las ramas mas afectadas resulto ser la industrial la cual cae en este periodo un 35%.
En el periodo que se aplico el plan austral, no solo la rama de la industria es la mas afectada, sino que hay un malestar en todos los sectores de la economía. La industria la cual cae un 2% anual en este periodo, hizo que haya un retroceso en todas las ramas manufactureras. El campo y el sector energético también se vieron afectados. A diferencia del periodo de Martínez de hoz, en el cual se aplicaban políticas neoliberales y se provoco una desindustrialización tratándose de volver y hacer mas fuerte un modelo económico agro exportador, en el periodo del gobierno de Raúl Alfonsín el campo se vio seriamente afectado. La producción de granos se estanco resultando la campaña 1988-1989 la más baja de la decada. Tambien se vieron afectadas las industrias petroleras y el nivel de inversiones cayó muchísimo.
Con respecto a la convertibilidad de 1991, ese modelo económico muestra sus serias desventajas al presentar un aumento en el desempleo, las tasas subieron desde el 7% hasta niveles aun mayores al del 14%. Si bien no todos los sectores en esta época se vieron afectados, muchos rubros no pudieron hacer frente a la competencia internacional y desaparecieron, esto genero una baja importante en la cantidad de establecimientos industriales, lo cual provoca un  aumento en las tasas de desempleo importante.
En líneas generales, al iniciar el periodo de Martínez de Hoz en el año 1976 se registraba un desempleo del 4,4%, y al terminar este periodo se registra una tasa de desempleo del 5,3% con bajas de hasta un 3% en el nivel de desempleo  en el año 1978.
En el momento que se comenzó a aplicar el plan austral en el año 1985 la tasa de desempleo  se registraba en un 6,3%, y en 1989 esta llego a un pico de 8,1%. Pero los  primeros años en el cual este plan es aplicado se ve una pequeña baja en la tasa la cual llega al 5,2 % y se mantiene por un periodo corto fluctuando en estos valores hasta la llegada de la hiperinflación en 1989 cuyo crecimiento como ya dijimos asciende al 8,1%.
En los inicios de la convertibilidad de 1991 se registra una desocupación del 6,9 %, esta cifra se mantuvo estable hasta el año siguiente. Pero en 1993, se empieza a ver con claridad cuál era una de las debilidades más importantes de este plan económico el cual como lo mencionamos anteriormente era la desocupación, se empezó a elevar la tasa de desocupación llegando al 9%. Esta fecha fue la inicial, de aquí en adelante se registraron  tasas del 13 y  14% en el periodo de 1994-2001 con picos del 18,1 % en el 2001. Si bien este plan frenaba la especulación monetaria también dejaba expuesta  a la industria nacional que se debió enfrentar a toda la competencia internacional, algunas no lograron sobrevivir a esta y terminaron cerrando, dejando así a la vista la situación de gran desempleo en el país.
Hablando de la inflación ya para 1976 se daba un aumento del 444% con respecto del año anterior, pero la inflación de los siguientes años disminuye en comparación de este, tal es así que 1977-1983 la inflación baja del 170%  al 100,1% respectivamente de sus años anteriores.
Ya hacia 1983 se  empieza a notar un cambio, la inflación en 1983 comienza a dispararse a  un 343.8% en comparación de 1982.Los años 1984 y 1985 se vieron caracterizados por una inflación del 622.7% y 672.2% respectivamente de sus años anteriores. Cuando se aplica en 1985 el Plan austral la mejoría con respecto a la inflación se ve en el corto plazo inmediato ya que en el año 1986 se ve una tasa de inflación de el 92.1%, en 1987  ascendió a un 131.1% lo cual era controlable, pero ya en 1988 se comienza a deslumbrar el fracaso del plan austral, presentando una inflación del 343%.
En 1989 se desata la hiperinflación, presentando una tasa de un increíble 3079,5% respecto de 1988, y en 1990 se registra una tasa del 2314%, en este caos termina el plan austral y el gobierno de Raúl Alfonsín.
Ya para 1991, Menem era el presidente de la Nación,  y la inflación registraba tasas de un 131,1%, pero en este año se aplico  el plan de la Convertibilidad cuyos efectos se ven reflejados inmediatamente al año siguiente cuya tasa de inflación fue del 24,1%.Un año después la inflación baja hasta un 10,1% y sigue haciéndolo año a año hasta entrar en un periodo de deflación el cual se dio entre 1999-2001. El periodo de la post convertibilidad esta caracterizado por un aumento en el
desempleo y en la inflación, pero en esta ultima el aumento no es tan significativo como en la época de la hiperinflación, aunque teniendo en cuanta los periodos vividos por los argentinos en la década de 1990 la cual presento hasta periodos de deflación, este aumento afecta en gran medida a la población (sobre todo por la actualidad de desempleo vivida en el país, lo cual agrava en gran manera la subida de la tasa de inflación).

viernes, 15 de octubre de 2010

El plan Austral (1985)



Tomando como ejes de análisis el desempleo y la inflación, durante la época que se implemento el plan Austral, se puede apreciar que en el corto plazo las medidas implementadas fueron exitosas. Pero  a largo plazo no fue sustentable. 
Si bien la economía necesitaba  una solución rápida, el implementar  solo medidas de corto plazo tiene sus consecuencias en el futuro.  Un gran defecto en la historia económica de la argentina, es la falta de planificación económica a largo plazo y los cambios drásticos de políticas económicas en pocos años.

El plan Austral (1985)

 




Al asumir Alfonsín en 1983, se trato de enfrentar la inflación existente mediante políticas gradualistas programadas por el FMI sin tener éxito. La inflación crecía gradualmente hasta que en junio de 1985 ante una inminente hiperinflación se puso en marcha el plan Austral. Este consistía en políticas heterodoxas concentrándose en:
  1. Aumento los precios del sector público, devaluó el tipo de cambio, impuso gravámenes al exterior e incremento tasas impositivas para mejorar los ingresos.
  2. Congelo precios y salarios y fijo el tipo de cambio
  3. Circulaba una nueva unidad monetaria (austral) junto con la anterior.
  4. Al ser aceptada por el FMI permitió el reajuste del servicio de la deuda con su nueva moneda.
Finalmente la inflación no fue erradicada totalmente, a pesar de las correcciones el déficit continuo aumentando. El tipo de cambio se mantuvo hasta abril de 1986 donde comenzaron las "mini devaluaciones" para no perder competitividad aunque el tipo de cambio real se mantuvo constante por la depreciación del dólar en los mercados mundiales. 


Desempleo:
Todos los sectores, sin excepción, sufrieron las consecuencias de la crisis. La industria cayó a un ritmo de 2% anual, retrocediendo todas las ramas manufactureras (autos, siderurgia, papel, plásticos, muebles, vestimenta, calzado, entre otras). Así, en 1990, la industria producía un 1,7% menos que en 1970. El campo y el sector energético también se vieron afectados. La producción de granos, sujeta a la política de retenciones a las exportaciones, se estancó, resultando la campaña 1988-89 la más baja de la década. La producción de petróleo cayó en forma permanente y, a pesar de reflejar cierta recuperación a fines de los 80, esta era en 1989 un 7% más baja que en 1980. El ritmo de la inversión era insuficiente, con años donde hubo destrucción neta de capital. En 1990, la inversión bruta representó apenas el 13% del PBI, nivel alarmante para el sostenimiento de la actividad productiva. En estos años, la Argentina perdió en forma permanente posiciones en el mercado internacional, alcanzándose en 1987 el mínimo histórico de participación de nuestras exportaciones en el comercio mundial, con sólo el 0,27%.Flagelo reprimido En este contexto de fuerte retroceso productivo, se crearon, sin embargo, más de 2 millones de empleos. Este hecho explica por qué, a pesar de la crisis, la tasa de desempleo creció apenas del 2% al 7% a lo largo de esta década. Pero esta dinámica no debe hacer pensar que en la década del 80 no hubo problemas de empleo. Los hubo y muy graves. Si el Producto Bruto cayó a un ritmo del 1% anual, y todos los sectores de la producción evidenciaron notorias disminuciones en sus niveles de actividad.
Del total de 2 millones de nuevas ocupaciones, 550.000 fueron empleos públicos, más de 300.000 trabajadoras del servicio doméstico y alrededor de 1.200.000 empleos no asalariados, especialmente cuentapropistas. Durante la década del 80, el sector privado fue un destructor neto de empleos asalariados. Recordemos, por ejemplo, que la industria destruyó alrededor de 400.000 puestos. El desempleo era un flagelo reprimido. La desocupación se mantenía artificialmente baja a través de la creación de empleo ficticio en sectores alejados de la estructura productiva. O sea que la mayoría de los empleos creados en los años 80 fueron de muy baja productividad -cada trabajador era un 25% menos productivo en 1990 que en 1980- y, por ende, de difícil sostenibilidad en el tiempo. En este escenario, el fenómeno del desempleo encubierto resultó notorio. Estimaciones recientes calculan que la tasa real de desempleo a fines de los 80 era del 23% y no del 7% medido para esos años. La alta inflación, junto a los magros salarios de empleos cada vez menos productivos, provocaron una caída del 57% en el ingreso de los hogares más humildes, reflejándose la caída más abrupta en 1987 -el ingreso de los pobres cayó 30% después del fracaso del Plan Austral- y en los años 1988 y 1989, en los momentos previos y durante la hiperinflación de 1989.
La profunda crisis de empleo de los 80, con las actividades productivas de una economía cerrada y estancada financiando la creación de ocupaciones no genuinas en la administración pública y en el sector informal, provocó inevitablemente el aumento del desempleo a lo largo de los años 90, cuando la nueva organización económica vigente desactivó este perverso mecanismo de empobrecimiento del conjunto de la población.
En la economía de los 80, la producción y el ingreso de la población disminuyeron de manera sistemática.
Inflación:
El 14 de mayo 1985, se anunció el nuevo plan económico, bautizado como Plan Austral. Su objetivo era superar la coyuntura adversa y estabilizar la economía en el corto plazo, de modo de crear las condiciones para poder proyectar las transformaciones más profundas, de reforma o de crecimiento. Aunque no  estaban enunciadas, sin duda incluían desalentar las conductas especulativas estimuladas por la inflación, e impulsar a los actores económicos a tomar  acciones orientadas a la inversión productiva y el crecimiento pero lo urgente era detener la inflación. Se congelaron simultáneamente salarios  y tarifas de servicios públicos, se regularon los cambios y las tasas de interés, se suprimió la emisión monetaria para equilibrar el déficit fiscal-se suponía asumir una rígida disciplina en gastos e ingresos- y se eliminaron los  mecanismos de indexación desarrollados durante la anterior etapa de alta  inflación y responsables de su mantenimiento inercial,  se cambiaba la moneda y el peso era reemplazo por el  austral.
En 1985/86 se derrumbó el precio de los cereales a nivel mundial y perjudicó a la Argentina... Renacieron las pujas corporativas, que realimentaron la inflación. La CGT, embanderada contra el congelamiento salarial, que afectaba sobre todo a los empleados estatales, y los empresarios liderados por los productores rurales, que se movilizaron contra del congelamiento de precios.
Se intentó reactivar la inversión extranjera, especialmente en el área petrolera -el presidente Alfonsín anunció este plan en Houston, capital de las grandes empresas petroleras-, y también se esbozaron planes de reformas fiscales más profundas, privatización de empresas estatales y desregulación economía. Todo ello chocaba con ideas y convicciones muy firmes en la sociedad, arraigadas tanto en el peronismo como en el propio partido gobernante de donde surgieron bloqueos a estas iniciativas.
En agosto de 1988 el gobierno lanzó un plan económico, que denominó "Primavera", con el propósito de llegar a las elecciones con la inflación controlada, pero sin realizar ajustes que pudieran enajenar la voluntad de la población. Al congelamiento de precios, y tarifas -aceptado a regañadientes por los representantes empresa-agregó la declarada intención de reducir drásticamente el déficit estatal, condición para lograr el indispensable apoyo de los acreedores externos mucho más remisos que antes, el plan marchó de entrada con dificultades: la predisposición de los distintos actores a mantener el congelamiento fue escasa, los cortes en los gastos fiscales fueron resistidos, la negociación con las principales entidades externas marchó muy lentamente, y los fondos prometidos llegaron en con cuentagotas; en cambio lo hicieron los capitales especulativos, aprovecharon  la diferencia entre tasas de interés elevadas y cambio fijo. El 6 de febrero de 1989 el gobierno anunció la devaluación del peso -que devoró la fortuna o los ahorros de quienes no supieron retirarse a tiempo- e inició un período en que el dólar y los precios subieron vertiginosamente y la economía entró en descontrol. Luego de largos períodos de alta inflación, había llegado la hiperinflación, que destruyó el valor del salario y la moneda misma y afectó la misma producción y circulación de bienes.


By Sebastián Prunesti

lunes, 11 de octubre de 2010

El plan económico de Martínez de hoz (1976)



Si bien este es mi primer post en este blog, me gustaría comentarles que todo el material o en su mayoría fue redactado por mi, en su mayoría son trabajos que hice para la Facultad de Ciencias Económicas (FCE), y decidí crear este blog para compartir con ustedes esta valiosa información y además poder contar mi punto de vista y poder leer el de los demás.


Gracias.



  Los ejes de análisis tomados:  

  •  La inflación
  •  La desocupación   




    El plan económico de Martínez de hoz (1976)


    A partir del 29 de marzo de 1976, los destinos económicos de la Argentina fueron dirigidos por el ministro de economía José Alfredo Martínez de Hoz.

    Los pilares de la economía de “El Proceso” fueron:

    a)    Reforma del Estado que lo orientara hacia sus funciones propiamente dichas, ya que los dirigentes económicos consideraban que, hasta el momento, se había desempeñado como un Estado empresario, regulando las actividades económicas, arbitrando las relaciones laborales, favoreciendo al sector empresarial mediante aranceles preferenciales y subsidios. A pesar de que la conducción declamaba la no intervención, hubo un fuerte accionar para contener el proceso inflacionario y para la liberalización de los mercados de capitales. Se produjeron racionalizaciones importantes de personal; es decir, despidos de empleados públicos.
    b)    Apertura de la economía: libre concurrencia a los mercados sin más requisito que la aceptación, también libre, que el consumidor debía hacer de los productos en oferta. Eliminación de barreras arancelarias en relación al mercado internacional.
    La política comercial siguió una tendencia a la apertura, porque se entendía que las exportaciones proveerían de las divisas necesarias para acelerar el crecimiento económico, ya que permitirían pagar la importación de capitales necesarios para el desarrollo industrial y, además, a través de las importaciones de productos extranjeros se esperaba que, al competir con los de origen nacional, establecieran –de alguna manera- restricciones a la expansión de los precios.
    c)    Garantizar la estabilidad monetaria y eliminar la inflación, fuente de desestabilización de la economía, a través de severos planes de ajuste, liberación de precios, devaluación del peso y congelamiento salarial. Se intentó aminorar la tasa de inflación, pero sin imponer precios rígidos. Se optó por eliminar todas las normas referentes a precios máximos y controles vigentes hasta ese momento. También se congelaron los salarios por tres meses  -lo que provocó una caída abrupta del salario real-, se aumentaron las tarifas de los servicios públicos con la finalidad de mejorar la situación financiera de las empresas públicas, pero se empeoraba la vida de los trabajadores. 
    La “Ley de entidades financieras” liberó el mercado de dinero y proveyó de garantía estatal a los depósitos a plazo fijo; esto significaba que cuando una entidad financiera quebraba, el Estado le devolvía “su dinero”. Esto produjo una ola especulativa de la que se benefició el empresariado pero también, la clase media se subió a esa ola. Invirtió sus pequeños ahorros e hizo crecer su dinero a partir de las altas tasas de interés que se pagaban.
    d)    Des industrializar el país, haciéndolo retroceder a la estructura económica agro-exportadora. A mediados de la década del ’70, la estructura industrial se encontraba en la denominada “segunda fase de sustitución de importaciones” (entre 1958-1975) que había generado un importante crecimiento industrial a partir de la incorporación de capitales extranjeros y la instalación y expansión en el país de empresas transnacionales ya instaladas. Las actividades más dinámicas fueron la química, petroquímica y metalmecánica. El crecimiento de la actividad no produjo un gran incremento en los niveles de producción ni tampoco en los salarios de los trabajadores.

    El Desempleo:

    El incremento del desempleo en el sector industrial alcanzó el 35% entre 1974 y 1982 y un aumento de la población ocupada en el sector servicios. La pobreza iba en ascenso producto de la reducción del nivel de ingresos del sector asalariado que entre 1976 y 1980, descendió en un 40%.
    El endeudamiento externo creció durante este período en forma exponencial. El endeudamiento fue la única manera que encontraban los integrantes del gobierno de facto para sacar a la Argentina de las reiteradas crisis de la balanza de pagos ya que, se exportaban pocos productos y se obtenía pocos ingresos y, al contrario, se importaban muchos productos y era mucho mayor el dinero con el que se debía contar para pagar por esas importaciones. Ese proceso era insostenible en el mediano y largo plazo y llevaban al país a tomar préstamos con los organismos internacionales para compensar la salida de reservas del Banco Central. La deuda creció un 364% durante la dictadura pasando de 9.700 millones de dólares en 1976 a 45.100 millones de dólares en 1983.El dinero obtenido se utilizó para la compra de armas, para la construcción de la infraestructura necesaria para la realización del mundial de fútbol de 1978, para sostener el aumento del desempleo y una caída excepcional del nivel de actividad económica interna.

    El saldo de esta política económica se tradujo en una desarticulación profunda del Estado; concentración de empresas y capitales; pérdida del salario real de los trabajadores transferidos al sector empresario; inicio del proceso de desindustrialización dando paso al modelo financiero y con él a la desocupación; modificación de la distribución del ingreso, mientras decrecía para los sectores más pobres, aumentaba considerablemente para los sectores más ricos. Además, hubo un incremento de la deuda externa, contraída -en muchos casos- por privados con garantía del Estado, ante el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo.

    Inflación:
    Se vivió, durante la época, un proceso inflacionario que reducía aún más la capacidad de consumo de la población, ya que los salarios decrecían pero los precios de los productos –en 1976 por ejemplo- se quintuplicaron.
    En 1975, la inflación había subido más del 300 por ciento al año, el PBI descendió un 1,4 por ciento y el PBI per cápita cayó un 3 por ciento. Mientras, los precios al consumidor habían subido entre marzo del 1975 y enero del 1976 un 566,3 por ciento. La respuesta que Martínez de Hoz encuentra para parar la inflación fue la famosa “tablita". Un sistema de devaluaciones preanunciadas para se supiera cómo y cuándo se iba a devaluar. La tablita dio comienzo á la era de “la plata dulce” y “al deme dos”.
    La etapa de la circulación de dinero que producía más dinero fue denominada “la época de la plata dulce” y, junto con endeudamiento externo, trajo grandes beneficios a los grandes grupos económicos. Estos contraían una deuda en el exterior a una tasa baja y luego invertían en Argentina, donde había una muy alta: con la ganancia obtenida localmente abonaban la deuda externa y obtenían una gran diferencia a su favor.
    Los grandes grupos obtenían créditos pero no los invertían en la producción sino en la especulación. A su vez, la clase media se dedicó a invertir sus “pequeños” ahorros en las financieras, con tasas de interés altísimas, y a aprovechar el dólar barato para viajar al exterior y adquirir allí variedad de productos. Esa creciente influencia del capital financiero significó la instalación de numerosos bancos en el país, así como un importante proceso de concentración de, estos. Sin embargo, el sector bancario en desarrollo sufrió crisis que repercutieron directamente en el proyecto económico diseñado por la dictadura.
    En realidad esta primera etapa del plan económico constituía una puesta a punto de lo que vendría meses más tarde. El 1 de junio de 1977 la “ley de entidades financieras” libera el mercado de dinero y le da garantía estatal a todos los depósitos a plazo fijo. Con esta norma, si un banco quebraba, el Estado devolvía el dinero. Comenzó así la especular y tristemente célebre "bicicleta financiera".
    En octubre del 1977, las tasas de interés alcanzaron un nivel del 135 por ciento anual. La distorsión de este mecanismo hizo que las empresas tuvieran que endeudarse en el extranjero, la que debieron pagar altas tasas para lograr financiación en el mercado local. Así, mientras los plazos fijos y las financieras se reprodujeron ferozmente, los que tomaron créditos hipotecarios durante esa época terminaron pagando tasas usurarias: el ejemplo fue la de la recordada circular 1050 del Banco Central, que determinó que miles de ahorristas terminaran pagando tasas siderales o que debieran entregarle sus viviendas al banco, ya que los intereses, fijados por un mercado de tasas que llegaron a mas del 100 por ciento al año, tornaba impagables los préstamos.
    En 1978, el plan de Martínez de Hoz dio indicios de ser un fracaso total: la inflación anual llegó al 160 por ciento, y el PBI descendió durante ese año cerca de un 3,2%.



    Refleccion del periodo:

    Finalmente la dictadura militar y las política liberales aplicadas por sus ministros de economía terminaron provocando la destrucción del aparato productivo, el cierre de miles de empresas que dejaron en la calle a otros tantos trabajadores. La deuda externa trepó hasta cifras inconcebibles y el gobierno democrático de Raúl Alfonsín que asumió en diciembre de 1983 debió cargar con una pesada herencia que luego provoco su propia caída.



    By Sebastian Prunesti.