lunes, 11 de octubre de 2010

El plan económico de Martínez de hoz (1976)



Si bien este es mi primer post en este blog, me gustaría comentarles que todo el material o en su mayoría fue redactado por mi, en su mayoría son trabajos que hice para la Facultad de Ciencias Económicas (FCE), y decidí crear este blog para compartir con ustedes esta valiosa información y además poder contar mi punto de vista y poder leer el de los demás.


Gracias.



  Los ejes de análisis tomados:  

  •  La inflación
  •  La desocupación   




    El plan económico de Martínez de hoz (1976)


    A partir del 29 de marzo de 1976, los destinos económicos de la Argentina fueron dirigidos por el ministro de economía José Alfredo Martínez de Hoz.

    Los pilares de la economía de “El Proceso” fueron:

    a)    Reforma del Estado que lo orientara hacia sus funciones propiamente dichas, ya que los dirigentes económicos consideraban que, hasta el momento, se había desempeñado como un Estado empresario, regulando las actividades económicas, arbitrando las relaciones laborales, favoreciendo al sector empresarial mediante aranceles preferenciales y subsidios. A pesar de que la conducción declamaba la no intervención, hubo un fuerte accionar para contener el proceso inflacionario y para la liberalización de los mercados de capitales. Se produjeron racionalizaciones importantes de personal; es decir, despidos de empleados públicos.
    b)    Apertura de la economía: libre concurrencia a los mercados sin más requisito que la aceptación, también libre, que el consumidor debía hacer de los productos en oferta. Eliminación de barreras arancelarias en relación al mercado internacional.
    La política comercial siguió una tendencia a la apertura, porque se entendía que las exportaciones proveerían de las divisas necesarias para acelerar el crecimiento económico, ya que permitirían pagar la importación de capitales necesarios para el desarrollo industrial y, además, a través de las importaciones de productos extranjeros se esperaba que, al competir con los de origen nacional, establecieran –de alguna manera- restricciones a la expansión de los precios.
    c)    Garantizar la estabilidad monetaria y eliminar la inflación, fuente de desestabilización de la economía, a través de severos planes de ajuste, liberación de precios, devaluación del peso y congelamiento salarial. Se intentó aminorar la tasa de inflación, pero sin imponer precios rígidos. Se optó por eliminar todas las normas referentes a precios máximos y controles vigentes hasta ese momento. También se congelaron los salarios por tres meses  -lo que provocó una caída abrupta del salario real-, se aumentaron las tarifas de los servicios públicos con la finalidad de mejorar la situación financiera de las empresas públicas, pero se empeoraba la vida de los trabajadores. 
    La “Ley de entidades financieras” liberó el mercado de dinero y proveyó de garantía estatal a los depósitos a plazo fijo; esto significaba que cuando una entidad financiera quebraba, el Estado le devolvía “su dinero”. Esto produjo una ola especulativa de la que se benefició el empresariado pero también, la clase media se subió a esa ola. Invirtió sus pequeños ahorros e hizo crecer su dinero a partir de las altas tasas de interés que se pagaban.
    d)    Des industrializar el país, haciéndolo retroceder a la estructura económica agro-exportadora. A mediados de la década del ’70, la estructura industrial se encontraba en la denominada “segunda fase de sustitución de importaciones” (entre 1958-1975) que había generado un importante crecimiento industrial a partir de la incorporación de capitales extranjeros y la instalación y expansión en el país de empresas transnacionales ya instaladas. Las actividades más dinámicas fueron la química, petroquímica y metalmecánica. El crecimiento de la actividad no produjo un gran incremento en los niveles de producción ni tampoco en los salarios de los trabajadores.

    El Desempleo:

    El incremento del desempleo en el sector industrial alcanzó el 35% entre 1974 y 1982 y un aumento de la población ocupada en el sector servicios. La pobreza iba en ascenso producto de la reducción del nivel de ingresos del sector asalariado que entre 1976 y 1980, descendió en un 40%.
    El endeudamiento externo creció durante este período en forma exponencial. El endeudamiento fue la única manera que encontraban los integrantes del gobierno de facto para sacar a la Argentina de las reiteradas crisis de la balanza de pagos ya que, se exportaban pocos productos y se obtenía pocos ingresos y, al contrario, se importaban muchos productos y era mucho mayor el dinero con el que se debía contar para pagar por esas importaciones. Ese proceso era insostenible en el mediano y largo plazo y llevaban al país a tomar préstamos con los organismos internacionales para compensar la salida de reservas del Banco Central. La deuda creció un 364% durante la dictadura pasando de 9.700 millones de dólares en 1976 a 45.100 millones de dólares en 1983.El dinero obtenido se utilizó para la compra de armas, para la construcción de la infraestructura necesaria para la realización del mundial de fútbol de 1978, para sostener el aumento del desempleo y una caída excepcional del nivel de actividad económica interna.

    El saldo de esta política económica se tradujo en una desarticulación profunda del Estado; concentración de empresas y capitales; pérdida del salario real de los trabajadores transferidos al sector empresario; inicio del proceso de desindustrialización dando paso al modelo financiero y con él a la desocupación; modificación de la distribución del ingreso, mientras decrecía para los sectores más pobres, aumentaba considerablemente para los sectores más ricos. Además, hubo un incremento de la deuda externa, contraída -en muchos casos- por privados con garantía del Estado, ante el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo.

    Inflación:
    Se vivió, durante la época, un proceso inflacionario que reducía aún más la capacidad de consumo de la población, ya que los salarios decrecían pero los precios de los productos –en 1976 por ejemplo- se quintuplicaron.
    En 1975, la inflación había subido más del 300 por ciento al año, el PBI descendió un 1,4 por ciento y el PBI per cápita cayó un 3 por ciento. Mientras, los precios al consumidor habían subido entre marzo del 1975 y enero del 1976 un 566,3 por ciento. La respuesta que Martínez de Hoz encuentra para parar la inflación fue la famosa “tablita". Un sistema de devaluaciones preanunciadas para se supiera cómo y cuándo se iba a devaluar. La tablita dio comienzo á la era de “la plata dulce” y “al deme dos”.
    La etapa de la circulación de dinero que producía más dinero fue denominada “la época de la plata dulce” y, junto con endeudamiento externo, trajo grandes beneficios a los grandes grupos económicos. Estos contraían una deuda en el exterior a una tasa baja y luego invertían en Argentina, donde había una muy alta: con la ganancia obtenida localmente abonaban la deuda externa y obtenían una gran diferencia a su favor.
    Los grandes grupos obtenían créditos pero no los invertían en la producción sino en la especulación. A su vez, la clase media se dedicó a invertir sus “pequeños” ahorros en las financieras, con tasas de interés altísimas, y a aprovechar el dólar barato para viajar al exterior y adquirir allí variedad de productos. Esa creciente influencia del capital financiero significó la instalación de numerosos bancos en el país, así como un importante proceso de concentración de, estos. Sin embargo, el sector bancario en desarrollo sufrió crisis que repercutieron directamente en el proyecto económico diseñado por la dictadura.
    En realidad esta primera etapa del plan económico constituía una puesta a punto de lo que vendría meses más tarde. El 1 de junio de 1977 la “ley de entidades financieras” libera el mercado de dinero y le da garantía estatal a todos los depósitos a plazo fijo. Con esta norma, si un banco quebraba, el Estado devolvía el dinero. Comenzó así la especular y tristemente célebre "bicicleta financiera".
    En octubre del 1977, las tasas de interés alcanzaron un nivel del 135 por ciento anual. La distorsión de este mecanismo hizo que las empresas tuvieran que endeudarse en el extranjero, la que debieron pagar altas tasas para lograr financiación en el mercado local. Así, mientras los plazos fijos y las financieras se reprodujeron ferozmente, los que tomaron créditos hipotecarios durante esa época terminaron pagando tasas usurarias: el ejemplo fue la de la recordada circular 1050 del Banco Central, que determinó que miles de ahorristas terminaran pagando tasas siderales o que debieran entregarle sus viviendas al banco, ya que los intereses, fijados por un mercado de tasas que llegaron a mas del 100 por ciento al año, tornaba impagables los préstamos.
    En 1978, el plan de Martínez de Hoz dio indicios de ser un fracaso total: la inflación anual llegó al 160 por ciento, y el PBI descendió durante ese año cerca de un 3,2%.



    Refleccion del periodo:

    Finalmente la dictadura militar y las política liberales aplicadas por sus ministros de economía terminaron provocando la destrucción del aparato productivo, el cierre de miles de empresas que dejaron en la calle a otros tantos trabajadores. La deuda externa trepó hasta cifras inconcebibles y el gobierno democrático de Raúl Alfonsín que asumió en diciembre de 1983 debió cargar con una pesada herencia que luego provoco su propia caída.



    By Sebastian Prunesti.

5 comentarios:

  1. bueeeeeeeena ajajajajaj
    soy euuge

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  2. Te felicito Seba, muy bueno!


    Gonza López

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  3. Excelente Sebastian, muy buena información e iniciativa!!

    Hernan Pezoa

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  4. porque decian que las politicas economicas de martinezde hoz eran neoliberales?

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  5. Me encantó , te felicito

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